
Me gustaría compartir dos post de la excelente periodista peruana Esther Vargas (también lesbiana y actualmente docente en Isil) "Hablando de gays", publicado en el diario Perú21 y "Derrumbando Lesbianas", los cuales me gustaría compartirlos con ustedes ya que trata sobre algunos estereotipos de la homosexualidad y las lesbianas que ni yo misma supe responder cuando salí del clóset con personas muy íntimas y por otro lado, algunas conclusiones que personalmente comparto con la misma autora.
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“Qué pena que Ricky Martin sea gay, con lo guapo que es… Un desperdicio”. Frases como estas he escuchado y leído en los últimos días luego de que el cantante se asumiera homosexual. Y, en esa línea, los medios se empeñaron en buscar a las ex del artista para preguntar si alguna vez fue bien macho o acaso siempre fue 'delicado’, como si macho y delicado fueran patrimonio de los heterosexuales.
¿Cómo es un gay? Definirlo sería tan inútil e impreciso como hacerlo con un straight, porque cada persona es como es, en la cama y fuera de ella, y muy al margen de con quien se acuesta. Así, hay gays rudos, como delicados, caballeros y patanes. Y hay heterosexuales delicados, como rudos también, y caballeros y patanes.
Que un gay sea bueno en el sexo depende de sus ganas (léase inspiración –por deseo o por amor–, de su experiencia y de su pareja de turno o de la vida. Pero, ¿acaso no es lo mismo que pasa con los heterosexuales? Claro que sí. Por eso he deplorado discusiones referidas a qué tan gay era Ricky Martin –como si existiera 'gaytometro’– o cómo se portaba con sus antiguas novias. Interminables absurdos que delatan la ignorancia y el machismo de una sociedad que todavía la pasa cómoda alzando las sábanas de la gente (y jamás la suya).
¿Te interesa saber algunas cosas de los gays? Quizás estos datos, fundamentados en estudios e investigaciones, aclaren algunas de tus dudas.

-La mayoría de gays no le confiesa a sus padres que es homosexual por miedo a ser rechazado, según Colombia Diversa.
-Las parejas homosexuales ofrecen un ambiente familiar «excelente» para la crianza de niños porque fomentan la educación en valores como la tolerancia. Ambos miembros se implican en su desarrollo, y el mayor temor es el rechazo social. Así lo revela un estudio sobre las nuevas familias españolas realizado por el catedrático de Psicología Evolutiva de la Universidad del País Vasco, Enrique Arranz, y por el profesor de la Universidad de Sevilla Alfredo Oliva. Es un informe pionero en España que cuenta con la asesoría de la Universidad de Cambridge.
-Un análisis publicado por la revista The New England Journal of Medicine señala que existen “evidencias de que algunos ensayos excluyen de forma explícita a determinados individuos basándose en su orientación sexual”. Los investigadores del Fox Chase Cancer Center (Philadelphia, EE.UU.) realizaron un rastreo en una base de datos que aglutina más de 80,000 ensayos estadounidenses.
-Estudios de la Organización Mundial de Turismo indican que una pareja de homosexuales gasta hasta 40 por ciento más en un viaje de vacaciones que una heterosexual por esquemas dedoble ingreso, mayores percepciones y el hecho de que viajan sin hijos.
-Un equipo de investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) comprobó que la tasa de nuevas infecciones por VIH entre los hombres gays y bisexuales era 44 veces superior a la apreciada en otras poblaciones de varones y unas 40 veces mayor que la de las mujeres. Los hombres homosexuales representan el 48% del millón de infecciones por VIH existentes en EE.UU. El único grupo en el que están aumentando los nuevos diagnósticos de VIH es en el compuesto por los hombres que practican sexo con hombres, que en 2006 supuso el 53% de los casos de VIH de ese país.
-El 57% de adolescentes homosexuales sufre violencia escolar, según un estudio de la FELGTB (Federación Española de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) publicado en El País de España.
-Se estima que unos 66,000 gays, lesbianas y bisexuales están sirviendo en el Ejército de los Estados Unidos. Se trata de aproximadamente el 2 por ciento de todo el personal militar, según la investigación de The Williams Institute basada en diversos censos. El informe fue publicado en The Washington Post.
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MITO: Una lesbiana desea convertirse en hombre.
Incluso, cuando lleva una pistola en el cinto –como la cantante Chavela Vargas en sus tiempos más fogosos– o cuando su voz es ronca y su andar rudo, una lesbiana no desea convertirse en un hombre. No sueña con tener un pene. No lo imagina colgándole entre las piernas, no lo necesita, no lo busca.
Se susurra –porque estas cosas no se dicen frente a frente– que una lesbiana desea desesperadamente penetrar y que ansía un falo invencible. Lo murmuran muchos hombres, ilustrados o no, olvidando quizás que sus penes despiertan y duermen, más allá de sus propios deseos y batallas. Invencibles no lo son. Y las lesbianas lo tienen claro, convencidas también de que sexo no es sinónimo de penetración y disfrutan siendo mujer con sus mujeres.
Hay mujeres rudas bien heterosexuales, como lesbianas bien ladys. Hay de todo, pero pocas veces una obsesión enfermiza y devastadora por transformarse en hombres, porque justamente las dos protagonistas de esta historia (la que te quieras imaginar) decidieron vivir su vida y su sexualidad sin un hombre. Que no se confunda transexualidad con lesbianismo.
MITO. Dentro de la pareja lesbiana, una es el hombre y otra la mujer.

Los roles: activa y pasiva. Activa es la que penetra con uno o más dedos a su chica o con algún juguete sexual de forma fálica. Pasiva es la que se deja penetrar. Es fácil señalar –en función de la apariencia física y hasta de la cantidad de maquillaje– que una hace el papel del hombre y, la otra, el de la mujer. Sin embargo, en una relación de dos mujeres existe una tercera opción, la más frecuente además, y la que más se goza.
Me refiero a ese término bobo, pero necesario de mencionar, llamado MODERNA: la que penetra y se deja penetrar, o toca y se deja tocar, la que arremete con fuerza a su amante, al tiempo de dejarse tomar en sus brazos.
No es habitual que, dentro de la pareja, una le diga a la otra “yo soy el macho y tú, la hembra”. La relación fluye muy al margen de los roles, etiquetas o patrones. El deseo no tiene reglas, y la entrega no pone reparos en lo que supuestamente parecen ante la sociedad, que las clasifica en masculinas (machonas) o femeninas (ladys).
La investigadora Alicia Gallotti, autora del Kama Sutra lésbico, afirma que “uno de los rasgos singulares y acaso más positivos en las relaciones lésbicas es que los roles son intercambiables y, generalmente, mucho menos definidos que entre los heterosexuales”.
Pero, ¿quién lleva los pantalones? Como en cualquier relación, al margen de la orientación sexual, habrá alguna que se imponga más, que tome más decisiones o que lleve las riendas. Y, al igual que en cualquier pareja, una de las dos tendrá más iniciativa en la cama, más punche y más creatividad. Eso no pasa por ser el macho.
Acotación de Gallotti: “Hay lesbianas que no admiten ser penetradas”.
Las que decididamente tienen una apariencia masculina-activa suelen buscar amantes o una pareja femenina-pasiva. Pero no son todas, no hay que generalizar.
MITO: Las lesbianas son las reinas del sexo oral.
Me refiero a ese término bobo, pero necesario de mencionar, llamado MODERNA: la que penetra y se deja penetrar, o toca y se deja tocar, la que arremete con fuerza a su amante, al tiempo de dejarse tomar en sus brazos.
No es habitual que, dentro de la pareja, una le diga a la otra “yo soy el macho y tú, la hembra”. La relación fluye muy al margen de los roles, etiquetas o patrones. El deseo no tiene reglas, y la entrega no pone reparos en lo que supuestamente parecen ante la sociedad, que las clasifica en masculinas (machonas) o femeninas (ladys).
La investigadora Alicia Gallotti, autora del Kama Sutra lésbico, afirma que “uno de los rasgos singulares y acaso más positivos en las relaciones lésbicas es que los roles son intercambiables y, generalmente, mucho menos definidos que entre los heterosexuales”.
Pero, ¿quién lleva los pantalones? Como en cualquier relación, al margen de la orientación sexual, habrá alguna que se imponga más, que tome más decisiones o que lleve las riendas. Y, al igual que en cualquier pareja, una de las dos tendrá más iniciativa en la cama, más punche y más creatividad. Eso no pasa por ser el macho.
Acotación de Gallotti: “Hay lesbianas que no admiten ser penetradas”.
Las que decididamente tienen una apariencia masculina-activa suelen buscar amantes o una pareja femenina-pasiva. Pero no son todas, no hay que generalizar.
MITO: Las lesbianas son las reinas del sexo oral.
Y, aunque esto afecte la reputación del 'gremio’ (sorry, compañeras), lo cierto es que ese es otro mito devastado por la realidad. El famoso cunnilingus es, ciertamente, una práctica frecuente entre una pareja de lesbianas.
Se murmura con muy mala onda que, a falta de pene, las chicas emplean su lengua. No se dice que la ausencia de un falo desarrolla lenguas poderosas, capaces de desatar orgasmos en menos tiempo que un pene promedio. Y tampoco se dice que las lesbianas con esta capacidad son parte de una élite, porque muchas, pese a la experiencia y al afán, no están dotadas para este arte. Un ejemplo más de que, aquí, la orientación sexual poco tiene que ver. Un@ es buen@ amante o mala amante, muy al margen de si es heterosexual u homosexual.
MITO: La lesbiana es enemiga de los hombres, y es así porque fue violada o abandonada.
En la vida de las lesbianas, los hombres no son ratas peludas ni los malos de la película. Al contrario, son buenos amigos, consejeros y apoyo.
Las investigaciones de Gallotti refieren que es falso pensar que una mujer acaba interesándose en otra mujer por alguna experiencia sexual negativa o insatisfactoria, y menos por una historia de violencia o agresión sexual.
Las lesbianas pueden rechazar el machismo, pero no odian a los hombres. Incluso, tienen actitudes machistas, como cualquier varón y mujer heterosexual.
MITO: La lesbiana es posesiva, peligrosa, 'mujeriega’ y capaz de matar por amor.
Ojalá se hicieran estadísticas para confirmar que la mayoría de crímenes pasionales fue protagonizada por parejas heterosexuales y no por homosexuales. A la espera de este registro, queda precisar que nada más falso que clasificar a la lesbiana como posesiva, celosa y peligrosa. Hombres y mujeres lo son, muy al margen de su orientación sexual.El sentimiento de 'mi propiedad privada’ no tiene género y es nocivo en cualquier bando. Es lamentable que presuntos psicólogos o psicoterapeutas hayan hecho en estos días desinformadas y prejuiciosas declaraciones al respecto, clasificando a las lesbianas como si fueran ganado.
¿Son inestables, infieles y no pueden sostener una relación formal? Falso. Generalizar es un absurdo, como decir que todos los hombres son 'mujeriegos’ e incapaces de amar a una sola mujer.
MITO: La lesbiana vive obsesionada con el sexo y es una depredadora sexual.
Los adictos al sexo son mayoritariamente hombres heterosexuales. Los depredadores sexuales (abusadores, violadores y más) son, igualmente, hombres y heterosexuales. Y no por ello se dice que los hombres son adictos al sexo y depredadores sexuales. Las patologías y el prontuariado no pasan por la orientación sexual de nadie. Las disfunciones sexuales, además, afectan a hombre y mujer, muy al margen de su orientación sexual.
MITO: La lesbiana es un ser sufrido, desdichado y marginado.
En esta sociedad con altas dosis de homofobia, es cierto que las lesbianas –cada vez menos invisibles– sufren circunstancias adversas a diario, pero no son las más tristes y jodidas del planeta. La violencia golpea más a las mujeres heterosexuales.
Los feminicidios no son patrimonio lésbico. La violencia familiar se da, con implacable fuerza, en hogares heterosexuales con historias de embarazo adolescente, aborto, maltrato y muerte. La marginación castiga más a los transexuales y, aunque esto no es un consuelo, la verdad hay que decirla.
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